La increíble sensación que se siente con un carrete caducado comienza desde el momento en que te haces con uno de ellos. 

Me ha pasado que yendo a un Rastro he descubierto, entre muchas otras cosas valiosas para otras personas, un carrete solitario. Nos "miramos" y lo rescato. Pienso en las manos que lo ha tenido y no ha hecho nada por él. Antes de caducar no lo usó y ahora tampoco lo quiere. Lo que no sabe esa persona es que tiene entre sus manos algo especial, algo que otra persona como yo desea. Y es sacar a la luz tonos increíbles, fotografías diferentes, dar una oportunidad a un carrete que se ha convertido (por la desidia de unos) en el deseo de otros.

Otras veces alguien que conoce de mi debilidad me ha traído carretes que tenía guardados. Yo, como si de una joya se tratara, me he sentido totalmente agradecida.

Todavía no he usado ese carrete y ya estoy entregada a la imaginación.

Cuando hay un día que decides hacer uso del mismo, todo se multiplica. Quieres rendir homenaje a la forzada espera. 

No sabes qué tonos van a virar, qué va a salir, qué te va a transmitir, si saldrá algo. No es el primer carrete caducado que hago y cada uno es diferente, especial, mágico, eterno. Hay muchos, que como yo, piensan así. Y es difícil conseguirlos, los precios se han disparado. El analógico, cada vez, es más querido.

Este que os traigo también ha sido revelado en casa. Las dos últimas fotos las hice en doble exposición. Y estoy encantada del resultado de todo el carrete, un KODACOLOR VR PLUS 200 del año 2007. Pincha en una de las fotografías y podrás ver toda la galería completa.

Un Jerez diferente, otra forma de amarlo.

Vuelvan pronto, son bienvenidos.